Nadia Pérez Guevara* y Camilo Cruz Merchán**
El 27 de febrero el ministro de educación y las ministras de cultura y deportes fueron destituidos de sus cargos por motivos que en realidad no se conocen.
Pero importa analizar la situación. Este artículo se ocupa de los gabinetes en los regímenes presidenciales, de la conformación inicial del gabinete de Petro y de lo que significa el cambio de esta semana.
En los regímenes presidenciales los ministros están subordinados al jefe de Estado.
Pero en Colombia y otros países de América Latina, la fragmentación partidista, la desinstitucionalización de las bancadas, los liderazgos no afiliados a partidos tradicionales y los cambios en los diseños institucionales han hecho que los presidentes sean elegidos gracias a coaliciones.
Lo anterior disminuye la subordinación del gabinete, porque su composición pasa a depender de las negociaciones políticas, de modo que su estabilidad depende de la estabilidad de la coalición, de la ambición del presidente, del tipo de partido que lidera y de las tareas encomendadas a cada cartera.
Los presidentes deben entonces seleccionar políticos profesionales o personas afines al partido para garantizar su subordinación o, por el contrario, para proyectar la carrea política del ministro o ministra que designe.
Una primera mirada al gabinete del presidente Petro muestra equilibrio entre esas dos opciones, pues de una parte designó ministros o ministras de su propio Pacto Histórico, y de otro lado a miembros de otros sectores políticos que redujeron la incertidumbre sobre su gestión.
Antonio Garrido encuentra cuatro tipos de gabinetes en coalición:
El gabinete de Petro hasta la crisis puede catalogarse de coalición laxa con visos de gabinete de cooptación, puesto que algunos de sus miembros con trayectoria política provienen del partido liberal o conservador.
El Cuadro 1 muestra la distribución del gabinete antes y después de la crisis, según origen partidario:
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de prensa
Tras la crisis, el ganador principal han sido las figuras sin origen partidario conocido, que pasaron del 42,1 % al 52,6 %. También con eso aumentó el poder del presidente sobre su gabinete y —en términos de Garrido— el gabinete transitó hacia uno no partidario.
El cuadro 2 muestra el perfil de los ministros antes y después d la crisis
Fuente: elaboración propia a partir de información de prensa
En el gabinete inicial tenían mucho peso los ministros o ministras con experiencia previa en administración (36,8%). Esto incluye a la ministra de Salud, que ha sido percibida como activista por su trayectoria sindical y gremial, pero tiene experiencia administrativa, incluyendo su gestión como directora de participación social de la Secretaría de Salud en Bogotá bajo la alcaldía de Petro (2013-2015).
En segundo lugar, estaban los políticos profesionales, que han ocupado cargos de elección popular (31,58 %), seguidos por los académicos (21,05 %) y los provenientes del activismo social (10,53 %).
Tras el cambio de ministros, dominan los académicos (36,84%) seguidos por los administradores (31,58 %): funcionarios con experiencia política o administrativa fueron reemplazados por figuras sin experiencia, pero con conocimiento en el área de su cartera.
Son diferentes las causas y los efectos de cada cambio en el gabinete.
La salida de Alejandro Gaviria del Ministerio de Educación se debió a una serie de filtraciones sobre los reparos u oposición del ministro al proyecto de reforma del sistema de salud que sería presentado por el gobierno al Congreso.
Aunque fueron varios los críticos de la reforma dentro del gabinete, Gaviria fue el más visible porque sus reservas se conocían desde la campaña presidencial y por su experiencia como ministro de Salud de Santos.
Gaviria también formó parte de la “coalición centro esperanza” que no apoyó a Petro en la segunda vuelta y pretendió acercamientos con su entonces detractor Rodolfo Hernández. De aquí seguido la ruptura política, y la decisión de aceptar el ministerio título personal causó además incomodidad en algunos sectores del petrismo.
Las exministras Patricia Ariza (Cultura) y María Isabel Urrutia (Deportes) son figuras destacadas en las artes y en el deporte, con experiencia práctica en el campo y vinculación en el activismo o la política profesional de izquierda. Sus carteras no eran tan visibles en el panorama nacional y —más que las causas de su retiro— los medios debatieron si habían sido notificadas previamente o se enteraron después de su destitución.
Sin embargo, en el caso de Urrutia quedó la duda de hasta dónde su retiro resultó de presiones del partido de la U, más todavía porque ese mismo día el presidente se había reunido con los presidentes de los partidos tradicionales.
Los cambios en sí no constituyen una “crisis” ministerial porque no fueron renuncias de los ministros, una solicitud de renuncias protocolarias a todo el gabinete o unas renuncias producto de la moción de censura (como pudo haber sucedido con Irene Vélez).
El revuelo mediático proviene más bien de la forma de tramitar los asuntos de gobierno, lo cual parece ser rasgo característico de esta Presidencia. El modo de anunciar la información contribuyó a ese revuelo: la alocución oficial del presidente en horario prime, acompañado dos veces de líderes de partidos de la bancada de gobierno y el gabinete en pleno, permitió la réplica de la oposición y destacó aún más el cambio de ministros.
Varios observadores han notado que en este gobierno se han hecho pocas ruedas de prensa. Aunque en Colombia la figura del “spokeperson” o vocero presidencial no es muy común, la persona encargada en la presidencia no ha tenido un papel importante en la comunicación estratégica del gobierno y en la transmisión de los mensajes de presidencia y gabinete.
La comunicación gubernamental se ha delegado a cargos administrativos del Departamento de Presidencia (DAPRE), como la jefa de gabinete o su director, de los miembros del gabinete con sus equipos de prensa y en últimas a Gustavo Petro y su ya conocido uso de Twitter.
La Presidencia ha promovido espacios de difusión, que incluyen ejercicios similares a los ‘cabildos abiertos’ (como “Gobierno escucha”) o programas como ‘Colombia Hoy’, que se transmite por redes sociales y también por emisoras que deseen hacerlo.
Estos ejercicios sin embargo parecen dirigirse a las bases del partido de gobierno (lo vimos también con las marchas), más que a la opinión en general y a las empresas mediáticas en particular.
El resultado principal del cambio sería un gabinete más subordinado al presidente, con menos discrepancias internas y manejo más unificado de la información. Se trata de acelerar las tareas de gobierno, o por lo menos de no dificultar su ejecución.
La imagen del presidente rodeado de sus ministras y ministros, particularmente la ministra de Salud, simbolizó el respaldo a quienes tienen a cargo los temas de mayor interés para el gobierno.
Puede pensarse que el gabinete perdió pluralismo político, y con esto aumentaría la incertidumbre sobre el rumbo que adoptará el gobierno ante problemas decisivos del país. Pero de modo ninguno se ha producido una radicalización del gobierno, porque se mantuvieron las cuotas de los partidos de la coalición y las nuevas ministras y ministro no provienen del activismo o del petrismo.
En todo caso se mantienen las dudas sobre otros ministerios, que, aunque no tienen mucho relieve, podría usarse como moneda de cambio burocrático futuro para mantener o mejorar la coalición.
Una agenda de análisis en este campo podría fijarse en los nombramientos en los viceministerios y otras agencias del gobierno nacional que ejecutan las tareas prioritarias sin la repercusión mediática que tienen sus superiores.
El cambio de algunos ministros parece ser un tema mínimo y ya superado, si es que uno piensa en los asuntos que ocuparon el debate nacional en la última semana.
La luna de miel de Petro está acabando con un 51 % de desaprobación. Las discusiones en Twitter con Nayib Bukele y el ex ministro de salud Fernando Ruiz, y las graves acusaciones sobre vínculos con la mafia que recayeron sobre Nicolás Petro Burgos son problemas más complicados para su gobernabilidad y estabilidad —que además van más allá de los ya acostumbrados problemas de comunicación de su gobierno—.
*Politóloga de la Universidad Nacional, investigadora del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga IEP- UNAB. ** Politólogo de la Universidad Nacional, doctor en Ciencia Política de la UNAM, investigador en el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga.
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